viernes, 12 de diciembre de 2008

EL ATAJO



EL ATAJO
¡Hola! Espero con todo mi corazón que estés bien. Encontré la forma de no recorrer todo el camino, no es difícil pero sí muy complicado de entender… tanto que yo, no lo vi o entendí, por más de una década.
Te hablaré o escribiré en primera persona. Cuando recibí tu llamada, ciertamente no sabía lo que me iba a suceder y creo que aún estoy sorprendido; pero no más incrédulo y la verdad, me fue dicha de acuerdo a mi pregunta, ¡¡¡Por qué a mí!!!! ¡No entiendo por qué me pasa esto! Diez años, del cual uno fue en vela, preguntándome por qué mi esposa se fue de mi lado con mi hija, me atreví a blasfemar “Dios sí existe porque solo Él es más grande que mi dolor” te imaginas ¿no? Vete con calma. Cuando escuche tu historia y la forma tan vehemente como la narrabas, mi corazón se acongojó y no pude más que recordar todas aquellas noches y días en la cuales lloré y lloré preguntándome ¡Por qué a mí! Botella en mano, claro está, era la única forma que conocía de ahogar mi dolor y esto, no porque no te prestara atención, si no porque en verdad estaba atónito. Ya que ese mismo día, dando gracias por lo que tengo me preguntaba qué hice mal y a ti, te comentaba que buscaba no una pareja si no una compañera. Te escuchaba cuando de repente ¡zas! Tú eras yo, me vi reflejado en un espejo traspolando las situaciones, ¡Ohhhhh Dios!!! Me vi desnudo y lo que vi, me horrorizo.
Tómatelo con calma pues, lo que diré, ciertamente es doloroso.
Nunca hasta hoy me puse a pensar por ella, que la llevó a tomar tan drástica decisión. Cuan doloroso fue para Rosario quitarme a mi Fer, regresar con su familia humillada y con los famosos ¡te lo dije!, ¡No! Para nada, me interesó saber de quién me inflingió tan tremendo dolor, pues fue quien me quito a mi hija. Te das cuenta, es mi hija ¡no nuestra hija! ¿Ya ves de qué va? Fui un mounstro en verdad, lloré, me azote, blasfemé y fui un idiota, que nunca pensó en su pareja. Te dije que ella era el amor de mi vida. Disculpa, me equivoque, pues tú me diste la repuesta, no la amaba como yo pensé, solo la quería y mucho, más que mucho, pues con ella crecí, aprendimos lo bueno y malo de la vida, era mi oasis, la calma y quien me regalo, a quien sí aprendí a amar: nuestra hija. Pero no fui su compañero y mi querida Rosario, vio lo que yo no. Por el futuro, por nuestra hija. Ella sí me amó y no supe corresponder. La perdí y en lugar de pensar solo una vez en mi compañera, me dediqué a sufrir mi pérdida, a desperdiciar mi vida hasta dejarme vacio “hueco como bien digo”, así es mi gran culpa. Es simple un monstruoso “Egoísmo”, pues si fuera el amor de mi vida, me hubiera preocupado siquiera una vez por lo que sufría. La angustia de estar sola y educar a nuestra hija, sin pedirme nada. Quiso Dios sellar mi boca, para no decir nada malo ni insultarla en ninguna charla o borrachera, a la madre de mi pequeña, pero ¡no! No sabía amar, sólo querer. Ahora aprendo a “Amar”. De algo sí estoy seguro, ella sí era lo mejor para mí, pero yo ¡no! Y ahora, después de verme reflejado en este espejo, y perdona la franqueza, comprendí por fin el ¡por qué!
Cada decisión que tomé, anteriormente, me llevó a consecuencias que ni siquiera imaginé o podía ver, porque la venda de mi egoísmo me lo impedía. La soberbia, fue mi mejor y muy mala compañera, ¡pero aprendí! Me costo más de diez años, pero entendí que no los pase sólo, sino que soy querido y quién me ama me enseña a “Amar”.
Ahora pido por el mismo amor que se me otorgó, sea otorgado para ella. La que no me pidió nada, que sus decisiones y sus consecuencias sean benignas para las dos, ya que la única decisión mía buena fue no arrebatarle a nuestra hija. Y tú, mi querida niña, tendrás que sopesar estas palabras y no leerlas con los ojos, no sirve, tendrás que entenderlas con tú corazón. Por otro lado, tu proceso de maduración ya empezó, me platicabas que ahora ya no buscas lo que en otro tiempo te interesaba por curiosidad, por ser prohibido o lo que sea. Ahora, mi niña, quedamos desnudos ante nosotros mismos y nuestras conciencias, pero no sufras en vano, ten por seguro como te dije: Dios te quiere y ve por ti de una forma que no comprendemos o no queremos ver, sólo intenta escucharlo y, ahora, a pedir que bendiga aquellos que quisimos y no supimos amar.
En esto consiste el atajo, si comprendes el “por qué” y lo que se debe hacer, que estoy seguro que así será, pues después de comprobar que la necedad me hizo ir por el camino largo, valió la pena.
Pues en ese recorrido, encontré mi libertad y el amor, que no había en mi para poder decirte que sí existe un atajo.

Tómalo, él te acompañara pues Él nos Ama.

J. Ger. 7/10/08

1 comentario:

Anónimo dijo...

LA VIDA, ES PASAR POR UN CAMINO DE IDA SIN VUELTA Y, MUCHAS VECES NOS JUEGA MUCHAS MALAS JUGADAS , CUANDO POR IR MÁS A PRISA, COJEMOS EL ATAJO EQUIVOCADO Y DEJAMOS ATRÁS LO QUE MÁS AMAMOS.

¿¿ESTA CARTA QUIÉN TE LA ECRIBIÓ''??

FRANCISCO